Estamos en la época del año más austera en cuanto a las comidas que podemos hacer con los productos del huerto.
Nos comimos la última col; la lombarda del otro día, y hasta que no empecemos a recoger las habas y guisantes, todo lo que pongamos en el plato será comprado.
El ayuno en cuaresma de los cristianos tiene más sentido ahora, que veo el mundo desde los ojos del agricultor, pues es algo natural, ya que en la antigüedad lo normal era pasar hambre esta temporada, después de terminarse los últimos nabos, puerros y berzas, y sólo poder acceder a lo que tuvieran almacenado y a la caza.
Con esta perspectiva, cuando sembramos soñamos con las futuras recolecciones.
Ayer sembramos unas lechugas
y hoy pusimos unos cebollinos, con lo que nos garantizamos las ensaladas desde finales de abril.
Tenemos diferentes plantadores (son los instrumentos con los que hacemos el agujero en la tierra, para introducir las plantas).
Fieles a nuestro sistema de reutilización, igual utilizamos una rama con la forma adecuada o un instrumento inútil que alguien nos regaló.
Las plantas las ponemos con cepellón, que es un sistema menos traumático para las mismas.
En mi próxima entrada, describiré cómo hacemos los semilleros.
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