Desde que vivimos en el campo, siempre he tenido un huerto. Bueno, ahora es de Gachi y Javier, y me dejan compartirlo.
Los huertos han sido muy grandes, grandes y pequeños.
Siempre persigo la máxima de que el huerto sea un espacio de equilibrio. Primero alimento el suelo, éste alimenta a las plantas, para que a su vez éstas nos alimenten a nosotros.
En mis huertos nunca ha habido ni el tomate mas grande, ni la acelga mas espectacular, ni la cebolla mas gorda, solo hortalizas normalitas.
Leí hace unos días que el problema mas grave de la pérdida de biodiversidad, está ocurriendo en los suelos, principalmente en los agrícolas, porque en la agricultura industrial sólo existe una idea, la de reducir los costes al mínimo, por lo que el suelo queda relegado a espacio donde crecerán las plantas. El que haya microorganismos, carece de importancia, porque las plantas serán alimentadas mediante los goteros del riego.
Sirve de poco que pequeños huertos ecológicos salpiquen el paisaje acá y allá, solo son pequeñas islas en un futuro incierto.
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