Las dos hileras de consumo salieron muy ralos, vamos, que nacería una mata de guisantes de cada doce, más o menos. Sin embargo, en el bancal donde los sembró para que le sirvieran de abono, utilizando la misma variedad de semilla y haciéndolo de la misma forma y al mismo tiempo, nacieron todos. La conclusión es, que hemos cosechado guisantes gracias a la idea de sembrarlos para abono verde, y ahora van a terminar en el plato.
Después de la recolección, aprovechamos parte de ellos para hacer una comida en conjunto, y con el resto hicimos algo de conserva.
Los cocinamos de una forma muy sencilla. Sólo se necesitan los guisantes, unas cebolletas frescas (que dicho sea de paso, ahora están estupendas), beicon y huevos.
Se cuecen los guisantes en agua y sal, se escurren bien.
Se pican las cebolletas en juliana fina, y el beicon en trozos pequeños. Se pone una cazuela con aceite y se rehoga primero la cebolleta y cuando está pochada se añade el beicon y se rehoga igualmente,
a continuación los guisantes y se les deja unos minutos para que toman sabor. Pasados esos minutos, se escalfan los huevos en el calor de la verdura, y listo.
Este plato constituye en sí una comida completa.
Esta receta se la debemos a la madre de Gachi, que es una estupenda cocinera, y que todos queremos mucho.
Con guisantes del huerto es un plato excelente. Doy fe de ello.
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