Este cultivo hacía que muchas personas de los pueblos de la comarca, vivieran unos meses de ese trabajo, pues toda la recolección se hacía a mano. Además, los agricultores vendían los manojos de espárragos frescos a las puertas de sus casas.
Poco a poco fueron desapareciendo de las puertas los manojos de espárragos y de la vega su cultivo.
¿Porque?, no lo sé muy bien. Unos dicen que la mano de obra no les dejaba márgen; otros que por la competencia del exterior. Lo cierto es que desapereció su cultivo y con él todos los puestos de trabajo que generaba, y también la oportunidad de comprar un producto sabiendo su procedencia.
Aunque no pueda comprar los espárragos en la puerta de al lado, lo cierto es que en este tiempo este producto se encuentra en el mercado, venga de donde venga.
Los espárragos tienen un sabor intenso y característico, por ese motivo se les puede cocinar añadiendo salsas o gratinados, porque no les matamos su sabor.
Os propongo dos formas de tomarlos. Una de ellas, la tradicional, con su salsa mahonesa,
la otra gratinándolos.
Para la segunda opción necesitamos: los espárragos, unas lonchas de jamón (serrano o york) y lonchas de queso que funda bien. Para prepararlos, tenemos que cocer los espárragos una vez pelados.
Los ponemos a cocer con poca agua y sal. Una vez cocidos se les pone a escurrir conservando el agua de cocción. Envolvemos cada espárrago en una loncha de queso y otra de jamón y los vamos poniendo en una fuente de horno
Con el agua de cocción preparamos una especie de salsa bechamel clarita y se la ponemos por encima a los espárragos, y unos minutos gratinando en el horno.
Deliciosos.
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