El calabacín es una hortaliza imprescindible, o casi, en la dieta actual, siendo su cultivo relativamente fácil.
Las pipas o semillas las suelo comprar, pues hibrida fácilmente.
Las primeras pipas las siembro en semillero a primeros de febrero, poniendo tres o cuatro semillas por tiesto. Una vez germinadas las semillas, dejo una sola planta por tiesto. Planto en su lugar definitivo a primeros de abril. En julio suelo sembrar una segunda tanda y de esta manera me aseguro tener calabacines en septiembre, octubre y según venga el tiempo en noviembre, esta última tanda la siembro directamente en la tierra.
En la rotación de cultivo,pongo los calabacines después de las judías verdes, añadiendo suficiente estiércol en el otoño anterior, vamos, que son plantas glotonas. Por supuesto, hay que regar, de manera copiosa cuando las plantas son adultas. Conviene que sea mediante goteo, que genera menos humedad ambiente.
El exceso de humedad hace que a la planta del calabacín le salgan unas manchas blancas, “Mildiu”. Si no se está atento, y a los primeros signos espolvoreamos flor de azufre, terminaremos perdiendo la planta infectada y a continuación todas las demás.
Este mismo tratamiento sirve para el enemigo número uno del calabacín y del huerto, la araña roja, pues el azufre es un potente acaricida.
A nosotros nos gusta recolectar el fruto cuando todavía está inmaduro, porque es más tierno y las semillas que lleva dentro no están desarrolladas
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