Desde hace un par de años tenía plantadas unas matas de frambuesa en un lugar bastante apartado de la finca pensando que dado que es una planta que no requería demasiados cuidados no necesitaría de mi atención y hasta casi me podría olvidar de ellas (salvo a la hora de recojer los frutos ). A pesar del abandono, las plantas , no todas , han sobrevivido pero sin alcanzar gran desarrollo. Así que la semana pasada , me decidí a cambiar su ubicación.
Aprovechando que había llovido en días pasados y la tierra estaba blanda saqué las plantas de raíz y las replanté en un talud enfrente de la casa. Cavé una zanja a lo largo del talud que tiene una pendiente bastante pronunciada y levanté un pequeño montón de tierra, dejando al medio las plantas, al objeto de retener el agua cuando haya que regar.
Seguidamente trasplanté las varas de frambuesa y eché estiércol encima. El plantar las frambuesas en este lugar , aparte de por tenerlas más a mano y poder mejor cuidar, ha sido por evitar la erosión del terreno y conseguir que sus raíces lo sujeten. Las frambuesas tienen unas raíces tanto superficiales como profundas.
Prefieren un emplazamiento soleado , pero se adaptan a un lugar umbrío. En fin, sobreviven en condiciones adversas, pero ahora bien, si queremos obtener una buena cosecha hay que aportar una gran cantidad de estiércol. Como necesita potasio, se le puede echar , y lo agradece, ceniza de madera.
La multiplicación se hace desde las ramas rastreras despues que echen sus raíces para seguidamente separarlas de la planta madre.
Los frutos se recogen en verano y nosotros con ellos hacemos una mermelada deliciosa que en su momento explicaremos su elaboración.
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